Quieren los que pueden que me traslade, con mi capa y caperuza de colorado subido y esas antenas con las iniciales que dan nombre a mi atribulado ser, a Cataluña. Y no porque allí estén en pleno proceso electoral, que valiente crónica podría pergeñar, sino porque en uno de sus diarios señeros –palabra que les ha de ser simpática a los catalanes que hablen castellano, aunque hasta sueñen y canten en la ducha en catalán, porque está muy próxima al siempre alabado seny o a la ahora agitada como nunca senyera, estrellada o no– se ha encontrado caza para esos cazadores inasequibles al desaliento que los ‘uniqueros’ son, o están (aquí vendría de perillas, si es que todavía se entiende la locución, ese recurso tan caro a los anglosajones de plantar una raya y quedarse tan anchos y ni preocuparse de cerrarla).
Se trata de La Vanguardia, uno de los pocos periódicos impresos que aún descansan en los exhibidores de los quioscos, cada vez menos diversos y más tristes; pero uno de los más llamativos para este volandero, no tanto por ese título tan imponente (que ya tiene vistos, por decirlo a la galaica, unos cuantos en el siglo xix que tanto frecuenta, que le han curado de espanto: El Huracán, La Tempestad, El Trueno, que proclaman sin ambages que más que la información en sí se inclinaban por la información como inclemente meteoro, que no meteorológica), no, no tanto por el nombre, sino por ser identidad de algo un tanto chocante, sobre todo a partir de su conversión al catalán (porque antes solo era, como en su momento llegó a proclamar el propio título, La Vanguardia Española, acaso porque cuando solo se podía ser español, ella/él fuera eso, la vanguardia del conjunto de la España, para más señas «grande y libre», y amén), cuando lo propio sería que hubiera empezado a llamarse L’Avantguarda, entiende este cartesiano a su pesar… Y ‘jerigoncista’, que nunca puede faltar un ‘palabro’; y enramado o ramoso.Pero vuelvo al tronco: aquí tenemos de todo, que cuando uno se pone, mejor con todo el equipo para que no quepa duda; erratas caben, pero no duda. El problema de los voladitos y signos es puramente tipográfico: los primeros por su pequeñez y elevación, y el segundo por la vacilación de quienes quieren domesticarlos –ahora pegaditos al número, ahora sutilmente espaciados– se han prestado siempre al escape; y si no véase lo difícil que es cazar una mosca, cojonera o no, y lo fácil que parece resultar dar en tierra con un zumbante moscardón. No tengo que insistir mucho en este punto porque hay entre mis improbables lectores avezados cazadores, aunque sea de erratas, que también las hay de diversos tamaños. Del «sólo», que algo toca a elevaciones y pequeñeces, solo daré un apunte: vacilación de los domadores. Otra vez.
También de ese orden de los tipos es la cuestión de los signos dobles, tan nuestros, y tan útiles, y lo de la partición de palabra al final de línea. Pero es una paradoja, como con la que se dice en lo que cercena el signo de apertura en el texto, que nos rindamos al resto de las lenguas, que prescinden de él, más por defecto o carencia que por ahorro. Lo de la partición trasciende la tipografía y nos lleva, no a la siguiente línea, sino a las restantes pifias, las cuales, francamente, a este volatinero maldita la gracia que le hacen.
Quiero pensar –un acto de voluntad como otro cualquiera, y cerebrosaludable– que en el caso de *re-uniones se haya (*«halla» para el autor de la joya, o acaso *jolla) entendido que podía más el prefijo de la palabra que la intervocalidad, ahí queda eso; aunque no es lo mismo una reunión que, pongamos, una reubicación. Estaría por apostar que también partiría «reacción» por el diptongo, con lo sensible que de suyo son los diptongos. Y sin despeinarse.
Como maldita la gracia, por citarme ahora que puedo, con lo de ese clamante «halla», a mi vista gorda lo primero que le saltó, o con ese trastoque ‘lolalista’, voy a salirme por la tangente geográfica. Como se sabe, esto del ‘lolaleísmo’, aparte de no tener solución, porque como decía mi profesora de estilo –que la tuve, pese a lo poco estiloso que se me ve–, la lengua española tiene aquí un grave problema que debería atajar con ánimo y propósito, va por zonas, y en algunas están inmunizados, en otras vacunados, y en otras enfermos sin remisión. (Adivínese dónde está Madrid.) [Sí, ya sé que debería estar el punto al otro lado, pero a mí no me cuadra, y reincido.]
Lo de la elle y la i griega (tampoco me cuadra, o ‘requenocuadra’ lo de la ye), también va por barrios. Y si el piernas que me ha hecho ponerme a juntar palabras y ‘palabros’ me hubiera oído pronunciar esa elle que mamé en tierras burgalesas, aunque no tenga ni idea de gramática, que es lo más probable, me temo, hubiera acertado, porque a algunos oídos sensibles hasta les molesta cómo fonetizo el dígrafo. Que otra cosa no será.
Y con las mismas me apresto a tomar un cafelito en un trilo (palabra que es algo más que uno de mis insufribles ‘palabros’, porque ya circula con total normalidad entre la familia y los amigos, aunque no descarto que también entre los conocidos y hasta los saludados, y que acuñé hace tiempo para llenar el vacío existente en nuestro lemario para expresar lo que los ingleses llaman mug, y que viene a ser una taza sin plato) de los que UniCo pretende mercadear con la estampa de este asendereado Erasmo Cejota. Privilegios de depositario de la mercancía.
Y si tienen a bien continuar, en el caso de que hayan llegado hasta aquí, alarguen un poco más y podrán leer el fundamento de la norma, o la norma del fundamento, o la norma fundamental, o la fundamental norma, que ya no me aclaro, de lo comentado, y de más, sección que inauguramos hoy gracias a mi paredro, que aunque ha estado paredreando desde el parto de los montes, se me había perdido entre tanto circuito impreso y no se me alcanzaba del todo su docta pluma.
Vale.
Fundamento normativo
- cm2 ? está mal escrito. Para escribir el símbolo del centímetro cuadrado debe hacerse con el número 2 voladito: cm² (p. 712 OLE).
- Los símbolos de porcentaje deben ir separados de la cifra a la que acompañan. Están mal escritos 85%, 10% sin riesgo, 10% sin riesgos y 60%. En pp. 590-591 OLE: Aunque el símbolo % (que se lee por ciento en español) se ve frecuentemente escrito sin separación de la cifra que lo precede, la norma establecida por la Oficina Internacional de Pesos y Medidas determina que se escriba precedido de un espacio. Para evitar que la separación resulte excesiva, puede utilizarse un espacio fino. [Ojo, porque en p. 462 del DPD, del año 2005, se decía que debía escribirse sin espacio de separación. Prevalece la obra de la RAE más reciente, esto es, la OLE]. P. 608 MELE 4: El signo de porcentaje (%) se escribe separado de la cifra a la que afecta, normalmente por un espacio fijo de dos puntos.
- En la frase «Nos permite crecer el hecho de que halla bancos haciéndolo mal», la forma verbal «halla» (del verbo ‘hallar’, ‘encontrar’) debe ser «haya» (del verbo ‘haber’).
- En «Ese nombre sólo me suena…», sobra la tilde del adverbio «solo». Más abajo vuelve a aparecer tildado en «Sólo eso». Se suprime la tilde en el adverbio «solo»: p. 269 de la OLE: a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de doble interpretación… empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio solo).
- En «Menuda paradoja!» falta el signo de exclamación de apertura. Debe ser «¡Menuda paradoja!». En pp. 387 OLE: los signos de interrogación y de exclamación son signos ortográficos dobles. La práctica de escribir el signo de apertura de interrogación y exclamación es un rasgo exclusivo de la lengua española. En p. 388 OLE: deben colocarse de forma obligatoria al comienzo y al final de la secuencia correspondiente. Es incorrecto suprimir los signos de apertura por imitación de otras lenguas en las que únicamente se coloca el signo de cierre.
- La palabra ‘reuniones’ se ha dividido a final de línea rompiendo el diptongo, «re-/ uniones». Debe ser «reu-/ niones». En p. 403 OLE: como norma general, no debe colocarse el guion entre letras pertenecientes a una misma sílaba. Las secuencias de vocales no se dividen nunca con guion de final de línea, ni siquiera cuando las vocales pertenecen a sílabas distintas.
- En la pregunta «¿Y por qué no se lo hicieron?», «lo» debe ser sustituido por «la», porque hace referencia al femenino «prueba de solvencia».