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¿Habéis dormido bien? Yo no; esta noche he tenido pesadillas con ciertas frases que se repiten en mi día a día. No obstante, la mala noche me ha servido de inspiración y hoy os traigo una recopilación de esas preguntas, sugerencias o peticiones que hacen estremecer a cualquier corrector de textos. Preparaos, porque si alguna vez habéis pronunciado una de ellas, quizá sea hora de replantearos vuestra existencia al completo (o al menos vuestra relación con la corrección profesional).
1. «Solo es cambiar unas cuantas comas y ya está».
¿Y ya está? No, no está ni puede estar cuando ese texto que me has pasado es un auténtico amasijo de subordinadas sin control. ¿Solo unas comas? ¿Y qué tal si también ajustamos la concordancia, la puntuación y los errores de redacción mientras estamos en ello?
2. «Pero si ya le he pasado el corrector automático».
Hombre, ¡claro! El todopoderoso corrector automático, el mismo que no entiende por qué «elije» no es correcto cuando hablamos de «elegir» o que no distingue que «a parte de eso» es incorrecto cuando no se refiere a una parte de eso. Es un buen aliado, sí, pero jamás sustituto de la mirada humana de un corrector profesional.
3. «Corrige solo lo que esté mal, pero no cambies nada más».
A ver, ¿qué entiendes por «lo que esté mal»? Porque no se trata solo de las faltas de ortografía; los errores de estilo o las incoherencias tampoco es que estén bien precisamente.
4. «Es que yo escribo así: es mi estilo».
Tu estilo es importante, sin duda, pero hay una diferencia entre tener una voz propia y cometer errores garrafales. La corrección no es censura: es el escudo que protege tu mensaje del caos gramatical. Y, si piensas que tu estilo se basa en los errores, igual deberías darle una vuelta…
5. «Si al final la gente lo entiende».
Sí, claro, igual que un puente puede sostenerse con alguna pieza suelta… hasta que alguien lo cruza y se viene abajo. La comunicación efectiva requiere precisión. Que se entienda más o menos no equivale a una lectura fluida y sin sobresaltos y, en ciertos contextos, es sencillamente inadmisible.
6. «¿Te importa echarle un vistazo? Es solo un momentito».
Ah, el mítico «momentito» del que hablábamos hace unos días… esa unidad de tiempo que, en el 99 % de los casos, se cree que es lo que necesita un texto de 20 páginas con problemas estructurales. La buena corrección necesita tiempo. Y si la quieres bien hecha y rápido, prepárate para que no sea barata.
7. «Mi primo lee y sabe mucho, y me ha dicho que está bien».
Por supuesto, ese primo que «sabe mucho» (tanto que más que primo podría pasar perfectamente por cuñado) le ha dado su beneplácito a tu texto. ¡Cuánto honor! Lo que pasa es que saber leer y saber corregir son dos cosas muy distintas. Como pilotar un avión y jugar a un simulador de vuelo, más o menos.
8. «No creo que haga falta corregirlo; es para las redes sociales».
Como decían en cierto anuncio… ¡eeerroooooor! Que sea un texto breve no significa que los errores sean menos visibles; al contrario, en una publicación breve, una falta llama la atención más que en un texto largo. Y, si se trata de una publicación en una red social profesional, podría desencadenar incluso una crisis de reputación.
9. «¡Ah! Pero ¿corregir es un trabajo?».
Sí, y algunos nos ganamos la vida con él. Como los fontaneros, los abogados y los médicos. Si la corrección fuera simplemente una afición, nos alimentaríamos de «gracias», pero resulta que, oh, sorpresa, los agradecimientos —aunque siempre son bienvenidos— no son un alimento completo ni pagan las facturas.
10. «Mejor lo dejo como está; no quiero que se pierda la esencia».
La esencia no está en los errores, sino en la forma en que se expresa el mensaje. Corregir no consiste en eliminar la personalidad de un texto, sino en ayudar a que brille sin obstáculos que dificulten la lectura.
Por todo lo anterior, queridos amigos de las letras, la próxima vez que necesitéis un corrector, recordad: nuestro trabajo no es un pasatiempo, sino una labor imprescindible para que vuestras palabras lleguen a los lectores del mejor modo posible. Y ahora, si me disculpáis, voy a seguir con la faena, que, por más que quieran hacernos creer con esto de la IA, no se hace sola.