Aunque el tiempo vuela, y acaso más desde que se sabe curvo, diría que hace no muchos días que ese SAMUR de la lengua que es la Fundéu nos administró a los que padecemos carencias, un malestar que no todos reconocen que les afecta, y menos en estos tiempos de abundancias digitales, una de sus píldoras diarias —con excipientes dulcesabe y biensevé que las transforman en recomendaciones, más acordes con los tiempos suaves que vivimos— para poner las cosas en su sitio o dar carta de naturaleza a los neologismos que van brotando como hongos: esto lo suele hacer, ya se sabe, apelando al principio activo de estar «bien formados» de acuerdo con las reglas de formación de palabras de esta lengua que acaba de cumplir tres centurias bajo el esmerado cuidado de la Real Academia Española, más conocida por RAE, dispuesta a limpiar, fijar y dar esplendor (¿y por qué no «esplendorear», que tiene toda la pinta de estar también bien apañada?)… aunque a juzgar por las críticas que levanta, no siempre lo consigue, no ya el ambicioso todo, sino ni lo uno ni lo otro ni lo de más acá.
En la recomendación que evoco admitía «desvirtualizar» y «desvirtualización», con el significado de ‘conocer en persona a alguien con quien previamente se ha establecido una relación virtual’, con lo que se implica que lo que resulta esencial o desencadenante es lo de la virtualidad, en tanto que la realidad es meramente secundaria, derivada. En fin, cosas de esta época de sublimación de la informática… como lo de «pantallazo», que es lo que nos reúne, por si alguien todavía no ha encontrado el camino con tanta gaita de prólogo (y eso que doy fe que al que suscribe le enseñaron hasta la saciedad lo de la oración temática, OT, para comenzar a andar en la escritura: ¡ya se ve el resultado!). Y la verdad es que este tal que alguien atento y sensible ha desviado hacia este buzón de quejas en que se ha constituido, a trancas y a barrancas, todo hay que decirlo, este que diz Corrector Justiciero es un auténtico pantallazo, en el sentido más primigenio de la expresión merced a su terminación, -azo, que hasta en los crucigramas aparece referida como propia del golpe: el DRAE, la cosificación de la RAE, lo define muy elegantemente como «golpe dado con lo designado por la base derivativa». En este caso esa tan fina «base derivativa» es la pantalla, y bien claro que resulta porque el trompazo visual solo puede calificarse de morrocotudo.
¡Lo que hay que leer!, si se permite este noble y sin embargo discreto verbo para tan corrompida operación aquí. No hay nada del texto que no sea un auténtico despropósito, y para concluir esto no hace falta ser traductor ni corrector ni bedel de la Academia. Tampoco valdría eso que también se asoma de tanto en tanto por los crucigramas como sinónimo de «leer», o sea, «interpretar«, que esto no hay donoso marqués de Villena que lo desentrañe. Desde el ChatON de la proa de babor (¿por qué no «Chatón» puestos a surrealismo?), hasta el ceceo del «precione», que estoy por apostar que ni aun un onubense dará por bueno.
Sin lugar a dudas lo que no admite reproche alguno (o uno muy muy quedito, como que se trata de una virgulilla en «Video») son los dibujitos, vale decir iconos, a ver si se va a creer que este juntapalabras —me acojo a la Fundéu— no está en la pomada. Pero para tanto como eso, ¿para qué letra alguna? Para despistar, sin duda… o para dejar bien claro que ellos, ingenio va ingenio viene, andan sobrados y que los correctores les son redundantes, por decirlo a su macarrónico ‘estilo’.
Se admitirá, pues, que, sin salir del sufijo (segunda acepción) que identifica la muestra/queja, este Cejota califique al seguro que sofisticadísimo (y euroso) aparato en que se puede ver semejante sinsentido de ¡valiente «telefonazo»!